domingo, 13 de diciembre de 2009

HALLAN EN LA COSTA DEL SUR DE ITALIA SIETE BALLENAS MUERTAS POR CONTAMINACIÓN



Siete ballenas fueron halladas muertas en las costas de Apulia, en el sur de Italia, algo que no sucedía desde el siglo XIX y que presuntamente se debe a la contaminación química y electromagnética, informaron el viernes los medios locales.
Nueve cachalotes de diez metros de longitud y 15 toneladas de peso fueron vistos el jueves por la noche en la costa del litoral del Gargano. Dos de ellos lograron nadar hacia alta mar, pero los otros murieron.
El ministerio italiano de Medio Ambiente envió varios especialista al lugar, bajo la vigilancia de los guardacostas.
"Se trata de un acontecimiento extraordinario no sólo para Italia sino para todo el Mediterráneo", explicó la organización de protección del medio ambiente Greenpeace, citada por los medios locales. "Es una catástrofe medioambiental", lamentó Greenpeace al subrayar que los mamíferos muertos son una especie rara y protegida. Los siete cachalotes pertenecían a la misma especie que el protagonista de la célebre novela 'Moby Dick', de Herman Melville.
"Las causas, que no han sido establecidas aún (en detalle), son humanas en un 99% y en particular se deben a la contaminación química y electromagnética", afirmó Fabrizio Bulgarini, jefe de la unidad científica del WWF en Italia. "Esos animales sufren las interferencias de los sonar utilizados por las embarcaciones para navegar", añadió al precisar que ello podría causar, según ciertos estudios, "una desorientación o incluso dañar el sistema" que ayuda a las ballenas a desplazarse por el agua.
Otra hipótesis es que los animales perdieron su rumbo debido al efecto de instrumentos usados para la búsqueda y explotación de hidrocarburos.
Un equipo de la universidad de Padua (noreste) efectuará la autópsia de los cetáceos y científicos de la universidad española de Las Palmas de Gran Canaria garantizarán la tutela de los cetáceos en el Mediterráneo, el Mar Nego y en las costas europeas del Atlántico

domingo, 6 de diciembre de 2009

PREMIOS NACIONALES DE MEDIO AMBIENTE 2009

Como todos los años, aplaudimos la iniciativa de premiar aquellas iniciativas que apoyan la lucha por mejorar nuestro entorno y proteger nuestra biodiversidad. Y es que el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino ya ha concedido los “Premios Nacionales de Medio Ambiente 2009 “.
En la categoría “Lucas Mallada de Economía y Medio Ambiente“, dotado con 22.000 euros, se ha galardonado la labor de Santiago José Rubio, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia donde imparte clases de Economía de los Recursos Naturales y Ambientales y Microeconomía.
Las principales contribuciones de este licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales se han dado en los campos de la teoría económica de los recursos naturales y de la teoría del crecimiento económico. En este campo, su trabajo se ha dedicado al tema de la compatibilidad de crecimiento con la preservación del medio ambiente.
Por su parte, la categoría “Félix Rodríguez de la Fuente de Conservación de la Naturaleza”, dotada también con 22.000 euros, se ha concedido al Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), asociación sin ánimo de lucro dedicada a la conservación de los ecosistemas cantábricos de montaña y la conservación de especies de la fauna de estos ecosistemas, como el oso pardo, las aves carroñeras, el lobo ibérico y el urogallo. Con esta organización colabora la Obra Social de Caja Madrid
NOTA: ESTA ES UNA PEQUEÑA MUESTRA DE LO QUE DEBERIAMOS HACER NO SOLO EN ESPAÑA SINO EN TODO EL MUNDO.

CULTURA AMBIENTAL ALEMANA EN VENEZUELA



La utilización de este término se basa en la siguiente simplificación: retomando lo que afirman algunos autores sobre la cultura empresarial, a saber, que muchos autores parten de un concepto de cultura de un determinado país y lo extienden a la empresa el término cultura ambiental alemana, alude al objeto de estudio que es “alemán”, concretamente el comportamiento de las filiales de las transnacionales alemanas establecidas en Venezuela. Según las referencias presentadas anteriormente, la cultura ambiental de estas empresas estaría determinada por un lado por la cultura ambiental “alemana”, inherente a las influencias de la casa matriz y, por el otro, por el entorno venezolano en el cual operan; este las provee del espacio físico y les proporciona la mayor parte del personal de la plantilla.
El análisis hace propias, entre otras cosas, algunas reflexiones provenientes de los estudios germanísticos interculturales. En efecto, el enfoque intercultural ha demostrado en más de una ocasión su utilidad como consejero en situaciones de posibles malentendidos culturales, puesto que pone las culturas en un mismo nivel, enfatizando la reciprocidad de las influencias derivadas de cualquier contacto entre dos culturas. En efecto, la cultura de las filiales venezolanas de las transnacionales alemanas debería ser precisamente un fruto genuino de esta productiva relación recíproca.
Para su análisis nos ubicaremos en el sistema conceptual propuesto por Allaire/Firsirotu, que nos permite desglosar las diferentes variables y describir las relaciones entre ellas para entender mejor la composición de esa cultura ambiental alemanSu ubicación, sin duda, correspondería al sistema cultural, su configuración específica sería el resultado de un proceso de formación bi-cultural en que intervienen todas las demás variables.
Una sucursal venezolana de una empresa transnacional alemana, contaría pues, por un lado, con un sistema cultural influenciado por el pasado. Allí se ubicaría en nuestro caso toda aquella parte de la cultura ambiental alemana, propia de la casa matriz, que radica en los elementos descritos anteriormente. Asimismo la influencia diacrónica comprendería el pasado propio de la sucursal - las transnacionales alemanas en general están presentes en Venezuela desde hace unos 40 años - y las transformaciones a lo largo de su propia historia.
Por otro lado estaría, la sociedad venezolana, cuya cultura no es igual a la cultura de la empresa, pero constituye el contexto en el que ésta se desenvuelve, y del cual proviene la mayor parte del personal de la plantilla, de los proveedores y de los clientes. Allí se ubicaría todo lo expuesto sobre el entorno venezolano. De las contingencias, la estructura económica, la competencia, las relaciones de trabajo, los reglamentos gubernamentales y las características propias del sector pertenecerían al contexto venezolano o eventualmente latinoamericano, sin embargo, la tecnología sería esencialmente alemana, o en todo caso seguramente provendría de algún país industrializado. Alemania indicaría también las metas estratégicas y de allí provendrían al menos algunos de los individuos con cargos gerenciales, mientras que los demás serían venezolanos, algunos eventualmente formados en Alemania.
Finalmente, el sistema socio-estructural estaría ajustado administrativamente a la tradición venezolana, sin embargo estaría sin duda fuertemente influenciado por Alemania, en cuanto a las estrategias, porque éstas están sujetas a criterios de la corporación transnacional; otras influencias – menos directas – provendrían de las actitudes del personal, producto de esa cultura “alemana” de la empresa que constituye el elemento unificador entre todas las filiales de la transnacional.
Los vínculos f,g,y h pueden constituirse, según Allaire/Firsirotu, en un problema práctico de flexibilidad. En efecto, se podría inferir que las filiales venezolanas de las empresas alemanas sí se rigen por las normas jurídicas y políticas del país, pero en los aspectos culturales conservan una fuerte influencia de los patrones alemanes y por ello se puede hablar de la presencia de una cultura ambiental alemana en las empresas venezolanas.
Al respecto es interesante introducir otro esquema de los mismos autores, que resume los factores de influencia sobre la cultura de una empresa, y los productos de ella: encontramos que el sistema cultural experimenta la influencia del pasado con sus tradiciones, valores del fundador y de otros dirigentes carismáticos por un lado y, por el otro, de los actores dominantes, en este caso venezolanos en su mayoría y algunos alemanes; ambas influencias generan luego unos productos culturales específicos, como son comportamientos, razonamientos, artefactos y símbolos propios de la empresa.

EL MEDIO AMBIENTE EN LA CULTURA EMPRESARIAL

La hipótesis planteada es positiva: a través de las empresas transnacionales, llegan a los países que las hospedan no solamente infraestructuras y conocimientos técnicos, sino también los valores culturales profesados por ellas. Estos valores, culturales, al unirse con la idiosincrasia local pueden tornarse muy útiles para el desempeño de las empresas en los países anfitriones, entre otras cosas, en función de la creación de innovaciones.
Cultura ‘empresarial’ u ‘organizacional’ puede ser definida, según Pirela (1996) como un conjunto de al menos cuatro dimensiones, económica, tecnológica, organizativa y ambiental que, por un lado, está influenciado por la matriz cultural, donde convergen las vivencias y actitudes propias de los individuos que conforman la plantilla, con las normas y reglas que rigen el quehacer de la empresa, producto de su evolución en el tiempo. Por el otro está la influencia del contexto económico, social, político etc. local, en el cual se mueve la empresa. Esta confluencia genera una determinada conducta de la cual se derivan los aprendizajes que son un factor dinámico clave.
No obstante, más que de una separación en cuatro renglones se trata de una integración de cuatro elementos en un solo complejo llamado “cultura”. Además, la cultura está influenciada también por las experiencias de aprendizaje en cada una de las dimensiones y finalmente por el contexto exterior o entorno, tanto físico como político, económico, social y legal en el que se desempeña la empresa.
Según esta definición, la cultura ambiental constituye en primer lugar un subconjunto de la cultura de una empresa que contiene elementos idiosincrásicos particulares, producto de las influencias mencionadas anteriormente. A ella le pertenecen todos los hábitos y costumbres, conocimientos y el grado de desarrollo científico e industrial relacionados con el medio ambiente, que posee una determinada empresa. Ella constituye el conjunto de comportamientos sociales fundamentado en el valor “medio ambiente”, es el sistema de significados y de símbolos colectivos según el cual los integrantes de una determinada empresa interpretan sus experiencias y orientan sus acciones referentes al medio ambiente. En otras palabras, es el sistema de orientación del personal, el que le brinda el acceso a un esquema unívoco de acuerdo al cual interpretan el valor del medio ambiente y que, por consiguiente, determina su actitud frente a él. Así que, mientras más importancia revista el valor «medio ambiente» para la empresa, más fuerte será la cultura ambiental, es decir, la cultura de la empresa tendrá una mayor orientación ambiental. Así por ejemplo, la integración de la cultura ambiental a los demás subconjuntos se percibe como problema de la competitividad en las empresas venezolanas, cuya conducta refleja precisamente esa falta de integración de todas las dimensiones implicadas en el comportamiento y su cultura.
En líneas generales, los indicios de la importancia del medio ambiente pueden ser clasificados en dos grandes grupos; por un lado están los tangibles, es decir, las instalaciones, los procesos técnicos y los productos ambientalmente compatibles; y por el otro, están los intangibles que comprenden los comportamientos, las actitudes del personal, fruto de conocimientos codificables y no codificables almacenados en las experiencias de aprendizaje de las personas involucradas, acumulados a lo largo del tiempo. El primer grupo, de los elementos tangibles, por su misma naturaleza es relativamente fácil de detectar y de cuantificar, pero queda como mero compendio si no están presentes los elementos intangibles que se expresan en facetas tan subjetivas como el compromiso personal, el entusiasmo, y la convicción de que el esfuerzo de cuidar el ambiente vale realmente la pena etc., lo que redunda por ende en una utilización consciente y más eficaz de las instalaciones. Al cabo de estas actitudes está evidentemente la preparación, el conocimiento formal de las personas, pero también su conocimiento «tácito» de naturaleza práctica, basado en experiencias, que es idiosincrásico, cooperativo y solo parcialmente codificable, tal como lo define Arcangeli (1993). Por otra parte, cabe señalar que la cultura ambiental de las empresas no se debe únicamente a un compromiso ético, sino que es, y debe ser, motivada en gran parte por el Estado quien está llamado a velar, con una serie de políticas, por la conservación del medio ambiente. Allí se enmarcan las leyes, decretos, normas, en fin – todo el contexto legal, dentro del cual se mueven las empresas. Pero también no debe olvidarse el contexto socio-cultural, donde por un lado la educación y, por el otro, la opinión pública y la intervención de los medios masivos de comunicación juegan un importante rol de formación y vigilancia, principalmente en los países industrializados.

EL MEDIO AMBIENTE COMO CRISOL CULTURAL

Despues de un tiempo sin publicar he decidido retomar la publicacion de articulos, aqui les dejo este articulado publicado por la revista digital espacios.

El contexto venezolano

El medio ambiente en Venezuela siempre ha contado con mucha sensibilidad por parte de los gobernantes y, además, desde muy temprano en la historia del país, se ha tomado diversas medidas legales para protegerlo. ¿A qué se deben entonces problemas ambientales tan evidentes como el deterioro de las aguas fluviales y marinas, la contaminación del aire, la acumulación de basura, de residuos tóxicos? De los Ríos (1994) aporta una explicación, que podríamos llamar de fondo, pues culpa por ello al subdesarrollo, es decir, la forma en la cual se ha intentado lograr el desarrollo de los países menos desarrollados, copiando de los países industrializados el enfoque econocentrista23 utilizando además una tecnología y unos métodos de explotación inadecuados. Sin embargo, cabe hacer hincapié en la discusión presentada anteriormente de la cual se desprende que, a pesar de los conocimientos acumulados y de las experiencias colectivas, los mismos países industrializados tampoco han logrado desprenderse de ese enfoque en su política económica. Por su parte, los países menos desarrollados que no pueden escaparse del círculo vicioso de la economía global no pueden salir del papel de proveedores de materia prima, y tampoco sus economías nacionales se fortalecen. Y no es casualidad que la preocupación primaria es el desarrollo, entendido en primer lugar como industrialización y crecimiento económico:
“…dicho crecimiento, es decir, el aumento de la producción global de artículos y servicios expresado en términos estadísticos, se ha convertido en la piedra de toque aceptada del rendimiento económico. Al igual que un adolescente saludable, se supone que una economía tiene que tener un compromiso en relación a dicho crecimiento.”
Sin embargo, de ese crecimiento son tomados en cuenta solamente los aspectos positivos, puesto que los países en desarrollo están generalmente poco poblados – aún cuando poseen grandes aglomeraciones urbanas concentradas en algunos puntos de su amplísimo territorio - y carecen de las experiencias sobre las consecuencias que puede acarrear el desarrollo económico a expensas del medio ambiente.
Pero, tal como explica Dürr (1993), de no tomarse previsiones globales a tiempo, los primeros en pagar el precio serán precisamente “…die Schwächsten dieser Erde und Schuldlosesten an dieser Misere, also die Menschen in der Dritten Welt,…” Pero ¿cómo pueden los países más pobres, que por las razones antes expuestas están obligados a ocuparse en primera instancia de su supervivencia, participar en esta tarea? Una de las respuestas posibles podría estar en una revisión de las tradicionales “ayudas económicas para el desarrollo” otorgadas por los países industrializados y vinculados a los esquemas tradicionales. Una reorientación de dichos esquemas hacia las metas ecológicas redundaría, para los países en vías de desarrollo, en la posibilidad de contribuir indirectamente con esa política económica ecológica a la que aspiran entre otros Misch, Dürr y Weizsäcker, mientras se seguirían ocupando en forma prioritaria de sus problemas sociales. Además, su rol de proveedores de materia prima – en el caso venezolano un recurso natural no renovable – los ubica dentro de la dinámica global, desde la cual los planificadores innovativos seguramente encontrarían alguna otra forma para contribuir a que se dé un cambio radical en la materia. Esto implicaría, en los países menos desarrollados, entre otras cosas el comienzo de una intensa labor educativa en todos los niveles.
Venezuela, como todos los países de América Latina, a partir de los años cincuenta se desarrolló primero según el modelo económico del crecimiento hacia adentro con la estrategia de sustitución de importaciones a partir de la cual se crea una industria nacional fuertemente subvencionada con la adopción de un esquema de gran proteccionismo. El crecimiento apoyado en el endeudamiento externo caracterizó más de veinte años de la política venezolana para desembocar en la crisis actual con sus diferentes intentos de ajuste estructural.
También el medio ambiente fue asunto de gobierno, y desde la cúpula se decretó una política ambiental creando, al menos formalmente, una infraestructura necesaria para llevarla a cabo. Esta, diseñada en los años 70, tuvo un éxito limitado por la falta de coordinación de programas ambientales con otros ministerios, la falta de delegación de funciones por parte del Ministerio de Recursos Naturales Renovables (MARNR), porque se impidió la participación del sector privado y porque no se disponía del personal técnico entrenado, ni con la remuneración y el estándar ético apropiado para ejercer funciones de control. Hoy, sin embargo, con el objeto de promover la participación de los actores sociales en materia ambiental y rehaciéndose a lo dispuesto en la Ley Orgánica del Ambiente que establece el “derecho a saber” de toda la comunidad el Ministerio edita, en forma bi-anual, un Balance Ambiental de Venezuela. En lo que se refiere a Gestión ambiental, destaca la cantidad de organismos no gubernamentales activos en esa gestión (520 en total), cuya presencia es masiva sobre todo en el Distrito Federal (200). Es interesante también la información referida sobre los programas de capacitación docente dirigida a los maestros y maestras de preescolar y educación básica.
Además, desde hace varios años, existen al menos dos revistas dedicadas al ambiente, “Ambiente” y “Soluciones ambientales”, esta última financiada por entes privados. También en la prensa se pueden ver con relativa frecuencia artículos al respecto, principalmente para denunciar daños como derrames de petróleo o para reportar medidas tomadas respecto a algún caso particular. Por otra parte, destaca la organización de seminarios y congresos sobre el medio ambiente, con la participación de los diferentes actores sociales. Y existen además interesantes iniciativas privadas, de Reciclaje y otros en diferentes partes de la geografía nacional.
Con la apertura de la economía, la política ambiental, sobre todo en lo que se refiere al sector productivo e industrial, cobra cada vez mayor importancia; la exportación de productos, a la cual se suele recurrir en tiempos de la caída de las ventas nacionales y que, alguna vez es hasta idealizada, hoy no es posible si no se cumple con una serie de requisitos “ambientales”. Estos requisitos no tienen que ver únicamente con el producto terminado, sino con todo el proceso de fabricación y hasta con la materia prima utilizada. Tal cosa hace difícil y a veces hasta imposible la exportación para las empresas manufactureras pequeñas y no muy modernas como lo es la mayor parte de las venezolanas. Ellas, en 1994, tuvieron que enfrentar la competencia nacional e internacional en forma muy repentina sin estar preparadas para ello. En los siguientes años de crisis, el debate ha sido difícil, la adaptación de las empresas a las nuevas condiciones muchas veces ha fracasado y, entre todos estos problemas económicos, el medio ambiente nunca ha estado entre los primeros en prioridad.
Por otra parte, en lo referente a la legislación, Venezuela siempre ha mostrado gran sensibilidad para los asuntos ambientales. A ellos se refieren normas muy antiguas que se remontan muy lejos en el pasado. Sin embargo, estos decretos, normas y otros instrumentos legales, no dan al país un soporte jurídico completo ni mucho menos operativo en la materia; se trata más bien de una serie de instrumentos puntuales, fruto de una “visión fragmentaria de lo ambiental” en las palabras de Isabel De los Ríos :
“….si bien se contaba con un amplio arsenal legislativo, útil para la protección de los recursos naturales y el ambiente, esta legislación (…) fue dictada en su mayoría con fines distintos a los del Derecho Ambiental, casi siempre para la protección de los recursos como bienes de propiedad y en ocasiones con fines éticos.”
En 1976 se promulga la Ley Orgánica del Ambiente a la cual sigue, en 1992, la Ley Penal del Ambiente. En 1977 Venezuela se convierte en el primer país de América Latina en tener un Ministerio del Ambiente y precede en esta materia por un lapso de 10 años a la Alemania Federal.
En efecto, Venezuela posee una legislación ambiental bien moderna y ambiciosa. Es más, desde el principio la actuación del país ha destacado como una de las más avanzadas en la materia. ¿Por qué entonces no estamos prestando mayor atención al cuidado de nuestro medio ambiente? Allí está la relativa incapacidad de hacer operativas todas las leyes, normas y decretos por los motivos mencionados, como la falta de preparación y de una base ética. ¿Por qué no se ha trabajado en ello hasta ahora? Probablemente porque el medio ambiente no era una tema prioritario en el alto nivel político, y lo es cada vez menos.
Sin embargo, la sensibilidad de la población está creciendo; existen algunos esfuerzos educativos interesantes y los medios de comunicación masiva se ocupan cada vez más del tema. Aun cuando la resonancia no es tan grande como en los países industrializados, definitivamente estamos prestando más atención al asunto. Esto significa que ya existe una premisa importante que se hace operativa en el momento que la cultura venezolana esté frente a otra, diferente.